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El Osito Tomy.


Había llegado una nueva primavera y el pequeño osito Tomy ya era lo suficientemente mayor como para ir con su mamá a dar un paseo por el bosque.

- Tomy hijito - decía mamá osa - hoy iremos a ver el gran lago, pero recuerda que no debes separarte de mí ni un solo instante.
- No mamá, no me separaré de ti.
Y diciendo esto comenzaron a pasear hasta llegar al lago.
- Tomy, este es el gran lago; aquí podemos encontrar comida en abundancia, pero por el momento eres muy pequeño y tu no sabrías encontrarla porque no sabes pescar.
- ¿Y por qué no me enseñas a pescar ahora…?
- Pues porque ya es muy tarde y debemos volver a casa antes de que se ponga a llover.
- ¿Y como sabes tu que va a llover mamá…?
- Es muy sencillo hijo, tan solo tienes que mirar al cielo y si ves nubes de color gris oscuro, es muy posible que llueva.

Tomy quedó convencido con la explicación de mamá y dejó de hacer preguntas.
Mamá osa tenía razón, el cielo estaba muy oscuro, se acercaba una tormenta y debían darse prisa para llegar a casa.

-  ¡Mamá, mamá! no vayas tan deprisa que yo no puedo correr mas.
- Debes hacerlo hijo, la tormenta será muy fuerte y corremos peligro en el bosque.

Ya casi habían llegado a la cueva cuando un gran rayo cayó justo delante del pequeño Tomy que fue a caer en fondo de un agujero cubierto de ramas quedando escondido.

- ¡Tomy, Tomy….! - gritaba mamá osa - ¿dónde estás hijito…?

Pero Tomy no contestaba….  su madre le buscó durante mucho rato pero el pequeño no contestó…. Finalmente, se marchó desconsolada convencida de que su hijo estaba muerto

- ¡Pobre hijito mío, el rayo le ha matado; si no le hubiera dejado atrás….!


Ahora Tomy estaba solo, pero el no lo sabía ya que debido a la caída se había quedado inconsciente; cuando despertó……

- ¡Mamá, mamá! - gritaba el osito - ¿dónde estás?, no puedo verte, tengo mucho miedo, ¡mamá, mamá… ven a ayudarme!

El pequeño se había quedado cegado por la luz del rayo que había caído delante de el.

- Tengo mucho miedo - decía Tomy - no puedo ver nada y mi mamá no está conmigo ¿qué voy a hacer ahora?

Afortunadamente, una gota de lluvia que andaba por allí colgaba de una hoja le dijo a Tomy:

- No llores más pequeño, no tienes porque tener miedo.
- ¿Quién es, quién está ahí? – se asustó el osito.
- Soy una gota de lluvia y si quieres te puedo ayudar...
- No sabía yo que las gotas de lluvia pudieran hablar.
- Aún eres muy pequeño y desconoces muchas cosas, pero con el tiempo aprenderás; bueno, quieres que te ayude o no?
- Sí claro
- Vale, yo soy gota de lluvia y tú... ¿Cómo te llamas?
- Yo Tomy.. me llamo Tomy.
- Encantado, pues no perdamos tiempo y pongámonos en camino.
- ¿Dónde vamos?, yo no puedo ver y no podré andar.
- No te preocupes por eso, yo iré contigo y te serviré de guía; debemos llegar hasta el Arco Iris, creo que el es el único que puede devolverte la vista.
- ¿El Arco Iris?, ¿y eso dónde está…?
- Muy lejos de aquí, así que debemos irnos cuanto antes para aprovechar la noche, el bosque está lleno de fieros animales y si están dormidos no te atacarán; aún eres muy joven y no sabrías defenderte.

Gota de lluvia se metió en el bolsillo de la camisa de Tomy e iniciaron el largo viaje hacia el Arco Iris.
- Si viajamos durante toda la noche podemos llegar por la mañana - decía gota de lluvia - pero tu Tomy recuerda que tienes que andar siempre hacía adelante y así no nos perderemos.
- ¿Y si tropiezo…?
- No tropezarás, yo haré que cuando andes desaparezcan todos los obstáculos del camino.
- ¿Es que eres mágica?
- Digamos que... mas o menos; aún estoy aprendiendo, no se hacer demasiadas cosas, así que no te confíes demasiado.

El pequeño Tomy no podía creer que una gota de lluvia pudiera hacer magia, pero al fin y al cabo no tenía otra posibilidad.

- Tomy vete hacía la derecha, iremos a ver a una amiga mía; la señora lechuza, tal vez nos pueda ayudar, ella vive de noche en el bosque y nos puede enseñar un camino mas corto.
Al cabo de un rato, los dos viajeros llegaron hasta el viejo roble donde vivía la lechuza.
-
 Señora lechuza, soy gota de lluvia, ¿estás en casa…?

De pronto, los penetrantes ojos de la lechuza asomaron entre el espeso ramaje.

- Hola gota de lluvia, cuanto tiempo sin verte, ¿qué te trae por aquí?
- A mi amigo Tomy le ha cegado la luz de un rayo y vamos en busca del Arco Iris, ¿sabes tu cual es el camino mas corto?
- Conozco el camino, pero es muy peligroso, en el vive la gran serpiente negra y no le gusta nada que nadie pase por allí.
- No te preocupes lechuza  - contestó gota de lluvia - seremos muy silenciosos y no se dará ni cuenta de que hemos pasado.
- Muy bien pero tened mucho cuidado por favor y no tardéis, la noche será corta y no os queda demasiado tiempo.
- Gracias señora lechuza, adiós….
- Adiós amigos, buena suerte.


Tomy y gota de lluvia iniciaron de nuevo la marcha por el peligroso camino.

- Tomy, procura no hacer ningún ruido.
La marcha transcurría con normalidad, los dos compañeros pensaban que habían tenido mucha suerte ya que la serpiente no se había cruzado en su camino, pero estaban equivocados porque la serpiente además de malvada era muy astuta y cuando Tomy y gota de lluvia pasaban sobre el puente de madera les atacó….

- ¡Socorro! - gritaba el osito aterrorizado - ¡gota de lluvia ayúdame!

Pero su compañera de viaje no podía ayudarle porque se había caído del bolsillo de Tomy.
- ¿ No puedo ayudarte, tengo que estar sobre ti para poder hacer magia !

Pero como la serpiente sabía que gota de lluvia tenía poderes, no la dejaba acercarse al pequeño.

- ¡Ayúdame por favor, me estoy ahogando…!

Todo parecía estar perdido, Tomy estaba a punto de morir pero al fin gota de lluvia consiguió agarrarse al pantalón de del osito y llegar hasta la serpiente a la que, de un solo soplido, convirtió en roca.

- Gracias amiga, me has salvado la vida.
- No tiene importancia Tomy; ahora debemos seguir, pronto amanecerá, dentro de poco lloverá y cuando salga el sol el Arco Iris le acompañará.

Al cabo de un rato, gota de lluvia detuvo la marcha.

- Ya hemos llegado Tomy, ahora quédate en esta cueva para cobijarte y espérame.
- ¿A dónde vas?
- Tengo que ir a preguntar si el Arco Iris nos podrá recibir.
Gota de lluvia se marchó y Tomy se quedó dormido, pero al cabo de un ratito le despertó una pequeña ardilla.

- Hola Tomy, me manda gota de lluvia, debes venir conmigo, el Arco Iris te está esperando.

El osito fue conducido al reino del Arco Iris; gota de lluvia estaba allí esperándole.

- Buenos días señor Arco Iris, me llamo Tomy y he recorrido un largo camino hasta aquí para que por favor me devuelva la vista.
- Gota de lluvia me lo ha contado todo Tomy, pero, ¿por qué no ha venido tu mamá contigo?
- Porque me caí en un agujero cubierto de hojas y ella piensa que estoy muerto y está muy triste.
- No te preocupes pequeño, te concederé el favor de devolverte la vista, pero a cambio quiero que, cada vez que llueva y salga el sol me mires durante un ratito para que yo pueda ver tus ojos.
- Muchas gracias señor Arco Iris, lo haré.
- Ahora vuelve a casa con tu mamá, adiós Tomy.
- Adiós señor Arco Iris, adiós gota de lluvia, muchas gracias.

Tomy se fue corriendo a casa, tenía muchas ganas de ver a mamá osa y darla un gran abrazo; se sentía feliz porque en un solo día había aprendido muchas cosas y pensaba que su mamá ya podía enseñarle a pescar en el gran lago.

- ¡Mamá, mamá - gritaba Tomy según se acercaba a la cueva  - soy yo, he vuelto, ya estoy aquí!
- ¡Tomy hijito - decía mamá osa entre llantos y sollozos - estás vivo, que alegría!

Y así entre risas y lágrimas terminó la historia que empezó como un simple día de excursión.

FIN

 © Beatriz López Puertas (Los cuentos de Ponteté) 

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